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A todos nos gusta hablar de los beneficios de seguir a Dios, pero poco hablamos sobre las pruebas que a menudo transitamos.

En la Biblia tenemos el ejemplo de cientos de personas que atraviesan distintas luchas, pruebas y dificultades. En todos los casos hay un factor común que se repite en cada una de las historias: Sin importar cuán difícil o imposible haya sido la situación que tenían que enfrentar, aquellos que pusieron su FE en Dios y se tomaron de su mano, pudieron salir adelante y recibieron la recompensa que el cielo había dispuesto para ellos.

No lo dudes, si tienes FE, ella será puesta a prueba. Pero esos desafíos que vendrán a tu vida no son para que retrocedas. Todo lo contrario, son para que tu FE sea purificada, fortalecida, y para que puedas pasar a un nivel más alto de autoridad y excelencia.

La fe de Daniel fue probada hasta el extremo. Por obedecer a Dios, fue echado al foso de los leones, pero Jehová envió a su ángel para que cerrara sus bocas, y no le hicieran daño alguno. Luego de eso, el rey Darío promulgó un decreto a todas las naciones, diciendo que no hay dios como el Dios de Daniel. Y prosperó Daniel durante el reinado del rey Darío y durante el reinado de Ciro de persa. (Daniel 6:19-28)

Si te encuentras hoy mismo atravesando una prueba, quiero que sepas que eso que estás viviendo no es para siempre. Toda prueba tiene un principio y un final. Ellas vienen a nuestras vidas, para que podamos desarrollar nuestro carácter como cristianos y nuestra FE. En medio de las dificultades podemos crecer en autoridad y tener victoria, si aprendemos a confiar en el amor de Dios para con nosotros. La prueba que estás pasando es para que puedas experimentar a Dios glorificándose en medio de tus necesidades. (1 Pedro 1:6-7)

Quizás creas que lo que estás viviendo es injusto, o que no te lo mereces. Si ése es el caso, no temas, Dios te hará justicia. Uno de los ejemplos más claros que nos brinda la Biblia sobre la FE y las pruebas, está en el Antiguo Testamento, en el libro de Job. El capítulo uno, nos cuenta que Job era un varón perfecto, de absoluta integridad y temeroso de Dios. Éste hombre también era rico en gran manera. Tenía una familia numerosa y miles de propiedades, y en un solo día, lo perdió todo. Murieron sus hijos, mataron a sus criados, y destruyeron todas sus propiedades. Sin embargo, dice la Biblia que Job no pecó, ni echo la culpa a Dios por nada de lo sucedido. Éste hombre intachable, alabó y glorificó el nombre de Dios.

En medio de las pruebas, en medio de las luchas, tu FE se fortalece. Si lo que ha venido en contra de tu vida es un ataque espiritual, toma autoridad en el nombre de Jesús y reprende al enemigo. Si estás atravesando una prueba, tómate fuerte de la mano de Dios, y aprende a confiar en su gran amor, que nunca te desamparará.

El libro de Job termina contando como salió fortalecido y bendecido luego de perderlo todo. Cuando estaba atravesando la prueba, y a pesar de todas sus dudas y preguntas, Job glorificó el nombre de Dios. En un momento de intimidad con Dios, dijo: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5). Las pruebas nos llevan a pasar tiempo a solas con Dios. Cuando las soluciones no están al alcance de tu mano, y las respuestas a tus preguntas no aparecen, es momento de tomarse más fuerte que nunca de Dios, separar tiempo para estar a solas con Él, y buscar su guía y dirección.

LA FE DE JOB FUE RECOMPENSADA. DIOS NO SÓLO LE DEVOLVIÓ TODO LO QUE HABÍA PERDIDO, SINO QUE LE DUPLICÓ SUS BIENES. LA FE DE JOB, ERA UNA FE INQUEBRANTABLE.

“Así que el Señor bendijo a Job en la segunda mitad de su vida aún más que al principio. Pues ahora tenía catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes, y mil burras. Además dio a Job otros siete hijos y tres hijas. En toda la Tierra no había mujeres tan bellas como las hijas de Job, y su padre les dejó herencia en su testamento junto con sus hermanos. Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años, y pudo ver cuatro generaciones de sus hijos y nietos. Luego murió siendo muy anciano, viviendo una vida larga y plena.” (Job 42:12-17) NTV.

 

 

 

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