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LA BENDICIÓN DEL CIENTO POR UNO

En el calendario hebreo, Noviembre es el mes que se identifica con la prosperidad. Es la época del año en que se prepara la tierra para los cultivos y se realizan oraciones pidiendo lluvias tempranas que garanticen una cosecha abundante.

La Biblia nos cuenta en el libro de Génesis la bendición de Dios sobre Isaac. “Cuando Isaac sembró sus cultivos ese año, cosechó cien veces más grano del que había plantado, porque el Señor lo bendijo. Se hizo muy rico, y su riqueza siguió aumentando. Adquirió tantos rebaños de ovejas y de cabras, manadas de ganado y siervos, que los filisteos comenzaron a tenerle envidia.” (Génesis 26:12-14 NTV)

La oportunidad era igual para todos, la tierra estaba lista para ser sembrada, pero no todos se animaron a hacerlo. Sólo aquellos que se animan a confiar en las promesas de Dios disfrutan de la abundancia de sus cosechas.

Isaac era el hijo de la promesa. Fue la respuesta al anhelo del corazón de su padre Abraham, y a la promesa que Dios había hecho sobre su vida cuando lo llamó “padre de naciones”. Lo esperó toda su vida, de hecho fue concebido cuando Abraham ya era anciano. “El Señor cumplió su palabra e hizo con Sara exactamente lo que había prometido. Ella quedó embarazada y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez. Esto ocurrió justo en el tiempo que Dios dijo que pasaría.” (Génesis 21:1-2 NTV)

Dios nunca llega tarde, las respuestas a sus promesas no se demoran, ellas llegan siempre en el tiempo preciso que Dios preparó para que sucedan. Lo que Dios promete, lo cumple. Él no es hombre para mentir.

Así como el pueblo hebreo en Noviembre preparaba la tierra y oraba por las lluvias tempranas para tener una gran cosecha, de la misma manera quiero que usted en este tiempo prepare su corazón para ser bendecido por Dios. ¿Hay situaciones en su vida que necesita solucionar? No pierda más tiempo, éste es el momento para hacerlo. ¿Cómo están las relaciones con su familia y sus seres queridos? Éste tiempo, antes que finalice el año es propicio para reparar todo aquello que esté dañado. Para recibir una cosecha abundante, primero la tierra tiene que estar lista. Remueva de ella todo aquello que la contamina, toda obstrucción y pida que las aguas del Espíritu Santo recorran todo su ser trayendo vida, y vida en abundancia. “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Juan 7:38 RVR 1960)

Dios no es un Dios escasez. Él es dueño del oro, la plata y de toda cosa creada. Nuestro Dios, es un Dios de abundancia. Prepare su vida y su corazón para recibir una cosecha del CIENTO POR UNO.

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” (3 Juan 1:2 RVR 1960)

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