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PASCUA: LIBERTAD, RESURRECCIÓN Y RECONCILIACIÓN

A lo largo de la historia la Pascua fue adquiriendo distintos significados para el pueblo de Dios. El primero de todos fue en su nacimiento, cuando la nación de Israel estaba sometida bajo esclavitud en Egipto. Esta historia es relatada en el libro de Éxodo de la Biblia. Aquí la Pascua adquiere el significado de libertad, liberación de la esclavitud. El látigo que los azotaba, los trabajos forzados, el continuo sometimiento y reducción de la persona a condiciones miserables, ya no pesaría más sobre esa nación, y a partir de ese momento, eran libres.

Quiero que comprenda y se apropie de este principio clave: DIOS NO ACEPTA NINGÚN TIPO DE ESCLAVITUD SOBRE SU PUEBLO. Él te hizo libre. ¿Qué tipos de azotes estás permitiendo que el enemigo ejerza sobre tu vida? ¿Es un problema económico?, ¿familiar?, ¿es una enfermedad que está destruyendo tu cuerpo?, ¿vicios?, toma autoridad en el nombre de Jesús y rompe con todo aquello que esté esclavizando tu vida.

El segundo significado de la Pascua en la historia llega a partir de la venida de Cristo. Él es el Cordero Pascual, que al dar su vida por todos nosotros en la cruz del calvario, no sólo nos hizo libres del poder del pecado y del mundo, sino que también nos reconcilió con el Padre. A partir de su sacrificio y redención, fuimos hechos hijos de Dios y por medio de Jesús tenemos libre acceso a la presencia del Padre. Somos hijos de la luz, nuevas criaturas. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17) RVR 1960.

Hay una historia en la Biblia que no deja de asombrarme. Está en el libro de (San Juan 21: 1-14). Es la tercera vez que Jesús se les aparece a los apóstoles luego de la resurrección. Ellos estaban junto al mar de Galilea, era de noche y decidieron embarcarse para ir a pescar. La pesca era el oficio que tenían varios de los discípulos de Jesús antes de convertirse en sus seguidores, así que de alguna manera esto también se puede entender como un “volver a la vieja vida”, al tipo de vida que tenían antes de conocer a Jesús. La Biblia nos cuenta que a pesar de estar intentando toda la noche, no pescaron NADA. Y escribo el “nada” en letras mayúsculas, porque para los discípulos que eran pescadores de oficio, les debe haber resultado muy frustrante no sacar un solo pez en toda la noche. Seguramente los discípulos fueron por los distintos puntos donde estaban acostumbrados a pescar, y aún así no conseguían nada. ¿Se siente identificado con alguna parte de éste relato?

Al amanecer, Jesús se les apareció en la playa, les dijo que tiren la red del otro lado y sucedió el milagro, 153 peces grandes estaban esperando la orden de Jesús para meterse rápidamente dentro de la red y ser parte de la pesca milagrosa.

Muchas veces hacemos esfuerzos extraordinarios y no conseguimos el resultado esperado. Nos cansamos de remar, por momentos nos frustramos, y cuando ya estamos volviendo a la orilla resignados en nuestra barca, Jesús sale a nuestro encuentro, nos saluda y da la orden para que el milagro suceda. Él siempre sabe cuál es el lugar preciso donde debemos tirar la red. No se trata de lo grande que sea nuestro esfuerzo, ni de la vasta experiencia que tengamos en el oficio, se trata de hacerlo en los tiempos de Dios, escuchando su voz, y siguiendo su guía. Por más que tires la red una y otra vez, si Dios no da la orden, todo será en vano.

No sé cuál es la necesidad que quizás estés pasando en este momento, ni cuán densas sean las aguas que estés remando. Sólo sé que hay un Dios que conoce perfectamente tu situación, Él no es ajeno a tu problema. En este momento Jesús está parado al lado tuyo, listo para dar la orden para que el milagro suceda. A veces hacemos como Pedro y nos apresuramos con nuestra barca hacia el mar, remamos de un lugar a otro toda la noche, confiamos en nuestra experiencia, y esperamos obtener resultados positivos. Quiero desafiarlo a confiar en Dios más que en su propia experiencia. Tome un tiempo para oír la voz de Dios y reoriente sus esfuerzos hacia el lugar donde el milagro lo está esperando. ¡Cristo es nuestra Pascua! Él es la resurrección y la vida. Él llama las cosas que no son, como si fuesen. Escuche la voz de Dios, tire la red dónde Él diga, y prepárese para levantar una pesca milagrosa.

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