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Todo lo creado en el universo fue creado con un propósito específico, con una función dirigida a la obtención de un resultado. Nada de lo existente es consecuencia de la casualidad. En esa misma línea de pensamiento se circunscribe la vida del cristiano. Somos seres espirituales creados con un propósito, un fin específico, algo que sólo nosotros podemos llevar a cabo en esta vida, que encaja a la perfección en el gran diseño de Dios de la historia de la humanidad.
Cuando Dios creó al hombre, lo colocó en “el Huerto del Edén”. Esa creación tenía un propósito específico: gobernar, administrar y multiplicarse en la tierra. Todo lo que Dios hace es bueno, y su finalidad es de bendición. Dios quiere que disfrutemos de la plenitud de su presencia, de la creación y que prosperemos en todas las áreas de la vida. ¿Qué sucede cuando el hombre pierde su propósito? Se invierten las funciones, y en lugar de gobernar el hombre al mundo como fue diseñado por Dios, el mundo termina gobernando al hombre. Si sentís que el mundo se te viene encima, que las cargas que tenes por delante son demasiado pesadas para llevar, si sentís un peso aplastante sobre tus hombros, quizás sea momento de preguntarte si estás viviendo conforme al propósito de Dios para tu vida.
La Biblia abunda en ejemplos de hombres y mujeres que cumplieron su propósito. Todos ellos tienen algo en común, decidieron poner sus vidas en las manos de Dios para llevar a cabo el desafío que tenían por delante. Fueron personas que no sólo nacieron con un propósito como vos y yo, sino que además se animaron a creerle a Dios y conquistaron sus sueños.
  • Noé: Nació en una generación malvada y perversa. Su propósito fue construir un arca para salvar a su familia y a cada especie animal del diluvio.
  • Abraham: También llamado el “el padre de la fe”, vivió una vida con propósito. Dios le dijo “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!» (Genesis 12:3) NVI. Tu familia hoy es bendecida porque Abraham le creyó a Dios, fue obediente y se atrevió a vivir una vida con propósito.
  • Moisés: Fue un libertador. A través de su vida Dios rescató a la nación de Israel de Egipto. Y por su fe, obediencia, paciencia y perseverancia, los guió durante 40 años atravesando el desierto camino a la “tierra prometida”.
Así podríamos seguir enumerando a cada uno de los personajes que figuran en la Biblia, personas que se atrevieron a creerle a Dios y cambiaron la historia. Pero lo más fascinante de todo esto es que el mismo Dios que lo llamó a Noé, a Abraham y a Moisés, es el que te creó a vos y a mí; y también tiene un propósito para nuestras vidas.
Si has estado prestando atención a este mensaje, seguramente ya lograste identificar una clave fundamental para todo aquel que quiera dejar de ser simplemente una persona más en el planeta y quiera comenzar a caminar en los planes perfectos de Dios. Esa clave es: CREERLE.

“De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.” (Hebreos 11:6) NVI

Todos, absolutamente todos, fuimos creados con un propósito de parte de Dios, pero ¿qué es lo que convierte a una persona común y corriente en un ser transformador que cambia la historia? Su fe en Dios. Todos los personajes de la Biblia comparten ésto en común, ellos se atrevieron a creerle. Aún a pesar de las burlas, a pesar de las circunstancias, a pesar de las batallas y los desiertos que tuvieron que atravesar, nunca bajaron los brazos. Se mantuvieron firmes, caminando hacia un objetivo, sostenidos por la mano invisible de aquel que lo creó todo.
La Biblia nos relata en el libro de los Hechos la historia de Saulo de Tarso, quien posteriormente fue conocido como el Apóstol Pablo. Saulo era un fariseo que estaba viviendo una vida fuera de su verdadero propósito. Era alguien que creía en Dios, y creía estar haciendo lo correcto, pero no lo conocía, tenía una comprensión distorsionada “del Mesías” y perseguía a los cristianos por todo el mundo antiguo para encarcelarlos y juzgarlos. Hasta que un día, camino a Damasco Jesús intervino para cambiar su vida para siempre.

“—Yo soy Jesús, ¡a quien tú persigues! —contestó la voz—. Ahora levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.” (Hechos 9:5-6) NTV

Pablo encontró su verdadero propósito cuando se encontró con Jesús. Dios cambia los planes terrenales por planes divinos. Su comprensión de la vida cambió, su manera de ver el mundo cambió, por lo tanto también cambiaron sus decisiones de vida. Cuando nuestra vida entra en acuerdo con el cielo, el propósito de Dios nos es revelado.

“Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.” (Salmos 37:5) RVR

Saulo fue obediente a su llamado. Tuvo un encuentro con Jesús, esto cambió su vida para siempre, pero además de creerle a Dios, se puso de acuerdo con el propósito divino por el cual fue creado y fue obediente. Cuando aprendemos a caminar alineados en los planes de Dios, nuestros caminos se enderezan.

“Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.” (Proverbios 3:6) NTV

El Apóstol Pablo escribió más libros de la Biblia que ningún otro apóstol. Fundó más iglesias que ninguno, recorrió todo le mundo conocido hasta esa época cumpliendo con la gran comisión encomendada por Jesús a sus discípulos, llevar el evangelio hasta lo último de la Tierra. Pablo le creyó a Dios, tuvo un encuentro con Él, se puso de acuerdo con el cielo y su vida cambió para siempre. Sus caminos fueron alineados, liberó y cumplió su propósito divino.
Quiero que hagas la siguiente oración conmigo:
Padre Dios, yo quiero sacar de mi vida toda religiosidad, toda visión distorsionada que tenga de tu persona, todo aquello que me hace vivir fuera de tus propósitos, quítalo de mí persona. Quiero que mi visión sea renovada, quiero ponerme de acuerdo con el cielo, con tus planes para mi vida para caminar conforma a tus propósitos. Así como lo hiciste con Saulo, quiero que Tu me digas, que Tu me muestres, lo que tengo que hacer, que me sea revelado tu propósito divino para mi vida.
En el glorioso nombre de Jesús, AMÉN Y AMÉN.
¡Dios te bendiga!
Pr. Omar Olier
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