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EL VERDADERO SACERDOCIO

¿Qué significa ser un sacerdote en el siglo XXI? ¿Cómo y de qué manera podemos servir a Dios en nuestra vida cotidiana?

Los discípulos de Jesús convivían con el, caminaban junto a el y lo acompañaban a donde sea que el fuera. Estaban presente cuando Jesús hacía milagros, cuando sanaba a los enfermos y cuando resucitó a Lázaro de la muerte. Sin embargo, muchas de las enseñanzas que Jesús les transmitió, no fueron comprendidas por los discípulos sino mucho tiempo después de la muerte y resurección de Cristo, con la venida del Espíritu Santo.
En primer lugar, la razón número uno por la que Cristo vino a la Tierra es para SALVAR al mundo. También vino para SANAR los corazónes y toda dolencia física. Vino para LIBERAR las almas cautivas y para DESHACER todas las obras del diablo. Jesús como Sumo Sacerdote, vino a SERVIR a los demás, y vino a ESTABLECER el reino de Dios, ENVIANDO a sus discípulos hasta lo último de la Tierra.
Por el contrario, el objetivo de Satanás y sus demonios siempre ha sido ROBAR, MATAR y DESTRUIR, TENTAR y CONDENAR. Esto sucede desde la creación del hombre en el Huerto del Edén hasta la actualidad, es una matriz espiritual que se viene repitiendo por miles de años. El mundo entero sufre y vive esta confrontación permanentemente. Nuestro deber como hijos de Dios y verdaderos discípulos de Cristo es imitar su ejemplo, llevando luz allí donde hay tinieblas, liberando las almas cautivas.

El verdadero sacerdocio es aquel que deshace las obras del diablo.

“Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:14-15) NTV

Allí donde esté presente el reino de Dios confrontará siempre con el reino de las tinieblas. No pueden coexistir ambos en un mismo espacio. Donde hay luz, las tinieblas retroceden.

En una oportunidad llevaron a Jesús a un joven poseido a quien sus discípulos no podían liberar (Marcos 9:14-29). Cuando lo pusieron frente a Jesús, simplemente dió la orden, y el espíritu inmundo salió de el. Más tarde, los discípulos le preguntaron a Jesús por qué ellos no habían podido liberar al joven, Jesús respodió: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.”
La iglesia de Cristo es poderosa y victoriosa, se mueve en lo sobrenatural con poder de lo alto para deshacer toda obra del infierno. Jesús es la cabeza, y nosotros como Iglesia somos su cuerpo, que camina la ciudad, entrando en cada barrio, en cada casa, anunciando las buenas noticias, sanando a los enfermos, liberando a los cautivos y estableciendo el reino de los cielos en la tierra. Ese es el verdadero sacerdocio, un sacerdocio ungido con poder.

“Dios ha puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas para beneficio de la iglesia. Y la iglesia es el cuerpo de Cristo; él la completa y la llena, y también es quien da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia.” (Efesios 1:22-23) NTV

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