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UN DESAYUNO CON JESÚS

“Cuando llegaron, encontraron el desayuno preparado para ellos: pescado a la brasa y pan.” (San Juan 21:9) NTV

Habían pasado varios días desde la muerte y resurrección de Cristo. Por ese tiempo en Jerusalén y sus alrededores, los discípulos de Jesús eran perseguidos tanto por los líderes del Templo judío, como por el Imperio Romano. Aquellos hombres y mujeres que se habían convertido en amigos de Jesús, de la noche a la mañana se convirtieron en el enemigo público número uno.
En momentos de temor e incertidumbre, es natural refugiarse haciendo aquello que a uno lo hace sentirse seguro. Para algunos de los discípulos de Jesús, el resguardo estaba en volver a practicar el viejo oficio de pescadores.

“Simón Pedro dijo: —Me voy a pescar. —Nosotros también vamos —dijeron los demás. Así que salieron en la barca, pero no pescaron nada en toda la noche.” (San Juan 21:3) NTV

Todo lo que hagas en tus fuerzas sin la dirección del Espíritu Santo, no produce frutos.

Los discípulos ya habían abandonado esa vieja manera de vivir para convertirse en pescadores de almas. Pero por algún motivo, el temor y las dudas obraron como combustible para despertar nuevamente el deseo de volver a las redes. El resultado de todo un día y toda una noche de trabajo fue CERO. ¿Están tus redes vacías? Atravesar la noche sin Jesús es un tormento, drena tus fuerzas y alimenta tus temores.

“Al amanecer, Jesús apareció en la playa, pero los discípulos no podían ver quién era. Les preguntó: —Amigos, ¿pescaron algo? —No —contestaron ellos. Entonces él dijo:—¡Echen la red a la derecha de la barca y tendrán pesca! Ellos lo hicieron y no podían sacar la red por la gran cantidad de peces que contenía.” (San Juan 21:4-6) NTV

Quizás te haya tocado vivir alguna noche larga en tu vida, pero al amanecer viene Jesús para darte dirección y propósito.

Los discípulos habían aprendido una gran lección esa noche: No es lo mismo ser guiados por Dios que ser guiados por Pedro. La pesca estaba donde Jesús dijo.
No hay refugio ni descanso en tu pasado. Tu presente y tu futuro están haciendo la buena voluntad de Dios. Luego de una larga noche cubierta de derrota, esa mañana los discípulos desayunaron con Jesús, y una vez más fueron confrontados con su llamado.

“Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? —Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero. —Entonces, alimenta a mis corderos —le dijo Jesús.” (San Juan 21:15) NTV

Tres veces le preguntó Jesús a Pedro si lo amaba, y tres veces lo comisionó a cuidar de las almas. El amor es la clave. Dios es amor, y si nuestro servicio a Dios no es alimentado por éste combustible, de nada sirve.

El temor y la duda llevó a los discípulos de regreso al pasado, pero el amor de Dios los visitó una mañana y cambió para siempre su futuro. El amor de Cristo los trajo de regreso a su llamado.

Ya no había lugar para ni indecisiones, desde ese momento en adelante cada uno de ellos seguiría firme su llamado, sin importar las consecuencias. Vivirían una vida plena consagrada a Dios, imitando el ejemplo de Cristo, llevando el evangelio hasta lo último de la Tierra.

“En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios.” (1 Juan 4:18) NTV

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