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MADURANDO EL CARÁCTER – (1 Samuel 15:22-23)
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“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”

El carácter se forja en el tiempo, como consecuencia de mantenerse obediente, cumpliendo la voluntad de Dios, aún a pesar de las circunstancias. El cristiano maduro es gobernado por el espíritu, no por sus emociones ni por su intelecto. Es la voz de Dios la que guía sus pasos.

Hay 3 tutores que guiarán tus pasos por el camino seguro de la obediencia:

1. Oración: Intimidad con Dios. Así como Jesús separaba tiempo para estar a solas con su Padre, de la misma manera nosotros debemos cultivar una buena relación con Dios para aprender a escuchar su voz.

2. Leer la Biblia: Cuando estudiamos la Palabra de Dios, aprendemos a conocer su perfecta voluntad. Ella nos alimenta, y fortalece nuestro espíritu.

3.El Espíritu Santo: El es nuestro ayudador, nuestro consolador, quien guía y dirige cada uno de nuestros pasos.

Así como le sucedió al rey Saúl, también te puede suceder a ti. No te dejes engañar por los aplausos que recibes de las victorias logradas en la carne y a tu manera. No hay cumplimientos a medias de los mandatos divinos. La Palabra de Dios es buena, perfecta y sagrada. Sus órdenes son para que se cumplan al pie de la letra. No hay obediencia a medias. El hacer tu propia voluntad cuando Dios te dio una orden específica es rechazar la autoridad de Dios sobre tu vida, y eso es rebelión. Por ese motivo, cuando el cristiano maduro escucha la voz de Dios, presta atención a cada una de sus palabras para no desviarse de ellas. Cuando obedecemos a pesar de las circunstancias, honramos a Dios y demostramos madurez en el carácter.

Tu carácter se forja en las adversidades. Allí donde hay un llamado de parte de Dios, vendrán pruebas, las luchas y la oposición para intentar frenarlo. Pero aquellos que se mantienen firmes en obediencia, alcanzan la victoria. Cuanto más alta y difícil sea la muralla que el enemigo puso delante de ti para detener tu progreso, mayor será tu victoria cuando logres atravesarla. ¡Te desafío a cruzar esa barrera! Cual sea el límite que el enemigo haya colocado delante de ti, en este momento se deshace, y pasas al otro lado.