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“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar” (Romanos 12:2) NTV
El enemigo número uno de la renovación es el conformismo. Cuando la persona se conforma, se detiene en la vida. Esto es absolutamente contrario a la voluntad de Dios para nosotros. Todo cristiano es una obra en construcción permanente. Todos los días somos transformados de gloria en gloria, conforme a la imagen de nuestro Señor.
“Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.” (Filipenses 1:6) NTV
Antes de fin de año tu vida dará un paso de fe. Avanzarás hacia los propósitos que Dios creó para tu vida. Nada podrá detener aquello que Dios planeó. El cristiano no se deja persuadir por las circunstancias que lo rodean. Las malas noticias no determinan su curso de acción, es la fe la que determina cada paso del cristiano. Dios es nuestra fuente. Él es nuestro Padre celestial, dueño de todo lo creado. Aún lo que no es, comienza a existir por el poder creativo de su palabra.
“En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes.” (Efesios 4:23) NTV
La renovación de la mente significa pensar como Cristo. Cuando el espíritu de Dios renueva nuestros pensamientos comenzamos a pensar como Jesús lo hacía, obramos como el Hijo de Dios obraba. Tener la mente de Cristo significa pensar conforme a los principios del reino. Si cambia tu manera de pensar, cambian las decisiones que tomas en la vida. Si cambian tus decisiones, cambia tu manera de vivir. Tu nueva versión está vestida de justicia y verdad. Deshecha lo malo, y trae el reino de los cielos a la Tierra.
“Pero nosotros tenemos el Espíritu de Dios, y por eso pensamos como Cristo.” (1 Corintios 2:16) TLA
El Espíritu Santo nos enseña a pensar como Cristo, cambia nuestro ser y nos ayuda en nuestras debilidades. Si cambiamos nuestra manera de pensar dando lugar al Espíritu de Dios, nuestras decisiones en la vida cambiarán, nuestras obras serán conforme a la perfecta voluntad de Dios, y nuestro carácter será transformado para convertirnos en representantes vivos de Jesucristo en la Tierra.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22) RVR