CAMBIANDO LA MALDICIÓN POR BENDICIÓN
Quienes estamos en Cristo vivimos en bendición, cubiertos por la gracia y el amor de Dios. Somos lo que Dios dice que somos, y caminamos tomados de sus promesas. Ninguna maldición tiene lugar contra nuestras vidas, la sangre de Cristo nos cubre y su protección nos rodea permanentemente.
En el mundo espiritual hay leyes eternas inquebrantables ante las cuales todo lo creado, (tanto lo visible como lo invisible) debe sujetarse. La cobertura de Dios está sobre su pueblo, somos propiedad suya, gozamos de inmunidad celestial por medio de la sangre de Cristo.
“Ninguna maldición puede tocar a Jacob; ninguna magia ejerce poder alguno contra Israel. Pues ahora se dirá de Jacob: “¡Qué maravillas ha hecho Dios por Israel!”. (Números 23:23) NTV
Cuando el pueblo de Dios salió de Egipto, tuvo que atravesar el desierto durante 40 años hasta llegar a la “tierra prometida”. En el trayecto, libraron grandes batallas contra naciones enemigas que buscaban su destrucción. Sin embargo, la mano de Dios estuvo siempre a favor de su pueblo. El libro de Números, capítulo veintidós nos cuenta la historia de dos naciones que se aliaron contra Israel. El rey de Moab junto a los madianitas contrataron a un profeta para que maldiga al pueblo de Dios en tres ocasiones diferentes, y en cada una de ellas Dios transformó la maldición por bendición. Esto fue lo que el profeta le respondió al rey de Moab:
“Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo! Ninguna desgracia está en su plan para Jacob; ningún problema espera a Israel. Pues el Señor su Dios está con ellos; él ha sido proclamado su rey.” (Números 23:20-21) NTV
Esta es la palabra de Dios para su vida: aquello que Dios ha bendecido, el enemigo no lo puede maldecir. Pero así como gozamos de inmunidad espiritual siendo hijos de Dios y ninguna maldición puede tocar nuestras vidas, también tenemos obligaciones y responsabilidades.
Obligación: como representantes del cielo en la tierra de llevar a cabo su buena voluntad, ese es el propósito de su investidura, protección, gracia y amor.
Responsabilidad: personal de no abrir voluntariamente puertas en nuestro interior que den lugar al enemigo. La cobertura de Dios es real, eficaz y eficiente, pero nosotros mismos también podemos decidir participar de situaciones en las que libremente invitamos al enemigo a nuestro campamento. “Como gorrión perdido o golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llegará a su destino.” (Proverbios 26:2) DHH
“No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Esta es la herencia de los siervos del Señor, la justicia que de mí procede —afirma el Señor—.” (Isaías 54:17) NVI