Hoy comienza una nueva estación, la primavera. En la naturaleza la sucesión de estaciones nos permite notar la importancia de los tiempos y la necesidad de renovación en lo natural y en lo espiritual. Si observamos lo que sucede en el plano natural, es interesante notar la importancia que los seres humanos damos a la renovación, a mejorar lo existente y cambiar lo que no sirve o puede ser perfeccionado. Por ejemplo, las compañías tecnológicas constantemente renuevan los modelos de los teléfonos y de las computadoras. Lo mismo ocurre en el mundo de la moda. Cada temporada los diseñadores presentan colecciones nuevas, renovadas, que se van adaptando al tiempo, a las necesidades y al gusto y usos prácticos de la sociedad. Quiero que miremos juntos la importancia de la renovación de las vestiduras espirituales y lo que ellas representan en la Palabra de Dios.
En el libro del profeta Zacarías, en el capítulo 3 versículos 3 al 11, hallamos el relato de una de las siete visiones que recibe este profeta alrededor del año 520 AC. Sí, 500 años antes de la llegada del tan esperado Mesías, Dios le habla a Zacarías y le muestra lo que va a suceder. Dios le muestra que está por traer un Renuevo, el concepto mismo de la renovación se “personifica” toma forma en una persona, en la persona de Cristo Jesús que estaba por venir y cambiar, RENOVAR todas las cosas.
Te invito a que viajemos en el tiempo y te remontes a ese tiempo en la historia, al tiempo de la visión. 500 años antes de la llegada de Jesús a la tierra el pueblo de Israel estaba apenas saliendo del cautiverio en Babilonia. El pueblo de Dios había sido deportado por el rey Nabucodonosor y la ciudad de Jerusalén había sido destruída. Todo estaba en ruinas, no había murallas que protegieran la ciudad, no había mercado, no había corte ni nadie que estableciera justicia, las casas estaban destruidas. Todo por hacer, la ciudad y la nación entera estaba sumergida en el lamento, la queja y la murmuración. Humanamente hablando, no había solución. Esto es lo que sucedía en el plano natural. La visión de Zacarías nos presenta el plano espiritual de la situación en la cual se encontraba el pueblo de Israel, y el motivo por el cual la nación estaba en las condiciones en que se hallaba.
Zacarías ve tres personas. Estaba el sumo sacerdote Josué (que representaba al pueblo de Israel delante de Dios), el ángel del Señor (es una Cristofanía, osea, una aparición de Jesús antes de su llegada a la tierra) y Satánas (el acusador, diablo, enemigo de Dios y de Su pueblo). La Biblia nos dice que Josué tenía vestiduras viles, sucias; en esa condición era imposible estar ni presentarse delante de Dios. Satanás que estaba a la mano derecha del ángel lo acusaba, como hace continuamente con nosotros. Nos recuerda nuestra condición y nos acusa delante de Dios. En ese mismo momento hay una intervención divina. Sí, es Dios quien decide irrumpir en la historia, como lo hizo en la historia y lo hace en nuestra historia personal. En el momento en que Él lo decide, pelea nuestra batalla, se pone de nuestra parte y reprende a Satanás mientras que al mismo tiempo da la orden de quitar el pecado y de cambiar las vestiduras de Josué por ropas de gala.
Siempre que quieras renovarte Satanás se va a presentar para recordarte tu condición espiritual, para acusarte e impedir la renovación, pero recuerda hermano, es Dios quien pelea tus batallas, él mismo se encarga de reprender a Satanás y de renovar tus vestiduras, ¡trapos viles por ropas de gala!
Esta fue obra de nuestro Padre Celestial, como dice el versículo 8, él mismo envió su siervo el RENUEVO, Jesús, la roca sobre la cual fue edificada su iglesia y EN UN SOLO DÍA quitó el pecado del mundo. ¡Qué poder hay en este versículo! Todo lo que estaba arruinado y destruido en un sólo día fue cambiado y renovado sobre la cruz del Calvario. Jesús cargó tu pecado, mi pecado y gracias a ese sacrificio Dios quitó el pecado de la tierra en un solo día.
Como cristianos Dios renueva nuestras vestiduras según el oficio que desenvolvamos en la tierra. Algunos, que como Josué son intercesores se ponen en la brecha y piden perdón para que Dios intervenga y traiga esperanza a la ciudad a la provincia y al país. Como embajadores de Dios representamos el reino de los cielos aquí en la tierra, nuestras vestiduras son como una armadura de protección que hace que nada ni nadie nos pueda tocar ya que Dios mismo se levanta para pelear tus batallas. Como reyes y sacerdotes ministramos con autoridad, con ropas de gala y autoridad de gobierno en el mundo físico y espiritual. Dios mismo te viste, ordena una nueva vestidura de acuerdo con la necesidad del momento y la misión que te sea asignada en el reino de los cielos. La vestidura legitimiza lo que hagas, es una cobertura de legitimidad para presentarte delante del trono de Dios y clamar para que venga Su reino y sea hecha su voluntad aquí en la tierra. La vestidura te cubre por dentro y por fuera. No importa que el diablo te reclame para zarandearte, para cada tiempo y ocasión, Dios te pone vestiduras nuevas y te planta sobre la roca que es Cristo. Tu confianza está puesta en la obra que fue ejecutada en ese glorioso día en que Jesús cambió la historia del pueblo de Israel, la historia del mundo entero, tu historia.