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El gran secreto que todos los hombres de Dios de la Biblia tenían para enfrentar todo tipo de pruebas y dificultades, era que cada uno de ellos había aprendido a renovar sus fuerzas en la presencia de Dios. Desde simples pastores de ovejas, profetas, reyes, apóstoles y aún Jesús, el hijo de Dios, todos ellos sabían que la clave para lograr lo extraordinario en su vida diaria era fortalecerse en la presencia de Dios y caminar tomados de su mano.
Es el cielo el que gobierna la tierra, y es nuestro Padre celestial quien puede abrir puertas que nadie puede cerrar. Moisés tuvo la responsabilidad de liderar el gran éxodo del pueblo judío desde Egipto hasta la tierra prometida. Más de un millón de personas estaban a su cargo, cientos de miles de familias dependiendo de su dirección y liderazgo en medio del desierto. Semejante tarea puede llegar a paralizar a cualquier persona, pero Dios le enseñó a Moisés la clave para tener éxito en su tarea:

“—Yo mismo iré contigo, Moisés, y te daré descanso; todo te saldrá bien.” (Éxodo 33:14) NTV

El profeta Elías también conocía esta clave. Es el cielo quien gobierna sobre la tierra, y los hijos de Dios tienen la llave para interceder y lograr la manifestación de lo divino en el plano natural. En una oportunidad Elías enfrentó a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que estaban llevando al pueblo de Israel a practicar sacrificios a dioses falsos. Los desafió a que oren a su dios pidiendo que haga descender fuego del cielo para consumir una ofrenda. Gritaron desde la mañana hasta la tarde, y no sucedió nada. Pero cuando el profeta Elías clamó al cielo, esto fue lo que sucedió:

“Al instante, el fuego del Señor cayó desde el cielo y consumió el toro, la leña, las piedras y el polvo. ¡Hasta lamió toda el agua de la zanja! Cuando la gente vio esto, todos cayeron rostro en tierra y exclamaron: «¡El Señor, él es Dios! ¡Sí, el Señor es Dios!».” (1 Reyes 18:38-39) NTV

Jesús, el hijo de Dios, a menudo se retiraba para estar a solas y orar mientras renovaba sus fuerzas en la presencia del Padre. Luego de la última cena con sus discípulos, cuando restaban apenas unas horas para enfrentar la crucifixión, Jesús decidió retirarse al monte de los olivos con algunos de sus discípulos para orar. Esto fue lo que les dijo:

“Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».” (Mateo 26:41) NTV

El rey David también conocía la importancia de caminar junto a Dios, de buscar su presencia, de renovar sus fuerzas en El. Una de las primeras medidas que tomó como rey fue recuperar el arca de la presencia de Dios que la nación había perdido a manos de los filisteos como consecuencia de su pecado. En el traslado, el arca reposó durante tres meses en la casa de un hombre llamado Obed-edom, y tanto su casa como todos los que habitaban en ella fueron bendecidos a causa de la presencia de Dios.

“Entonces le dijeron al rey David: «El Señor ha bendecido a los de la casa de Obed-edom y a todo lo que tiene a causa del arca de Dios».” (2 Samuel 6:12) NTV

Allí donde está la presencia de Dios se manifiesta su gloria. Hay gozo, paz, felicidad, milagros, restauración, perdón, renuevo y plenitud. El año 2020 será un año de grandes desafíos. Lo que sea que suceda, asegúrese primero de caminar tomado de la mano de Dios. Cuando Dios camina con usted, los cielos se abren, su gloria desciende y lo sobrenatural transforma lo natural.

“Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:20) DHH