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EL PODER RESTAURADOR DEL PERDÓN

Toda persona que haya vivido cierta cantidad de años puede asegurar que a lo largo de la vida, en algún momento, tarde o temprano tocará vivir alguna gran desilusión. Situaciones injustas que no merecemos, gente a quien le hemos hecho bien y sin embargo deciden hacernos mal. Momentos como esos suelen despertar un enojo que nos impulsa a querer tomar la situación en nuestras manos para realizar por medio de nuestras fuerzas aquello que creemos justo. Casi como si de repente nos convirtiéramos en una especie de “superhéroe divino”, nos creemos con derecho celestial para ejecutar por nuestros medios todo aquello que creemos justo.

“No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.” (Romanos 12:17-18) DHH

Hay sobrados ejemplos en la Biblia de las nefastas consecuencias que acarrea la venganza. Incluso David, en una oportunidad estuvo a punto de arrasar con todos los hombres de una hacienda por el mal que le había hecho su propietario. Podemos leer la historia completa en (1 Samuel 25:1-35). La Biblia cuenta que David ya estaba en camino junto con sus soldados, cuando en el camino se interpuso una mujer sabia, Abigail. Esta mujer, esposa del hombre que ofendió a David y sus hombres, con sus palabras y su buen juicio logró frenar el enojo de David evitando la masacre que se venía sobre su hogar. Abigail hizo todo lo que dependía de ella para alcanzar la paz. No se permitió ser víctima de las circunstancias. Aún sin haber sido ella la que había cometido la falta, tomó el lugar de su marido y pidió perdón. Pero esta mujer no fue solo con palabras, el pedido de perdón fue acompañado de hechos, acciones concretas dirigidas a reparar aquello que su marido había dañado.

“David le respondió a Abigail: —¡Alabado sea el Señor, Dios de Israel, quien hoy te ha enviado a mi encuentro! ¡Gracias a Dios por tu buen juicio! Bendita seas, pues me has impedido matar y llevar a cabo mi venganza con mis propias manos.” (1 Samuel 25:32-33) NTV

El pedido de perdón de Abigail frenó el juicio que venía sobre su casa, impidió que David pecara, y restituyó todo lo que se había dañado. En otras palabras, el perdón volvió las cosas a la situación previa, anterior a la ofensa de su marido.

El poder restaurador del perdón vuelve las cosas a su estado original, restituye lo que se perdió y sana las relaciones.

¿Quiere saber cómo termina la historia? ¿Que sucedió con el marido de Abigail después que David y sus hombres se retiraron sin llevar a cabo la venganza? Los invito a leer el final de esta historia de película en (1 Samuel 25:35-42). Sólo me animo a adelantarle que el destino que Dios tiene preparado para nosotros es mejor de lo que imaginamos…

“Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen. A su debido tiempo, sus pies resbalarán. Les llegará el día de la calamidad, y su destino los alcanzará”. (Deuteronomio 32:35) NTV